Ayer vi un programa de televisión muy interesante de una cadena española. Normalmente en España pasan este tipo de programas muy tarde, ya en la madrugada, pero por la diferencia horaria, lo pude ver a las 10 de la noche desde Guatemala. El programa que pasaron ayer trataba de responder a la pregunta de si existen diferencias culturales en la forma de sentir. Llegaron a la conclusión de que todos somos desde el punto de vista genético exactos, por tanto, nacemos con las mismas emociones, independientemente del lugar o contexto en el lo hagamos. Si bien, las diferentes culturas dan mayor importancia a unas emociones que otras. Es decir, todos sentimos las mismas emociones, pero no tenemos la misma capacidad de identificarlas, porque en nuestro entorno no se le ha dado relevancia o porque no tenemos la palabra en nuestro idioma. Hay muchos conceptos que están codificados en una lengua y no en las otras. Por ejemplo, aunque no me dio tiempo de apuntar todos las palabras que iban apareciendo en la pantalla, y casi me mato subiendo y bajando los escalones buscando desesperada algo con lo que escribir, pao heo heo, en Hawai es una palabra que significa “volver de la pesca sin peces”; queesting, en holandés significa dejar a tu amante entrar en tu cama, debajo de las sábanas, para tener únicamente una charla; sgriob en escocés es “el picorcillo del labio superior antes de tomar un trago de whisky”; y una muy buena es senzuri, la palabra japonesa para la masturbación masculina (literalmente “cientos de frotaciones”). Shiko shiko manzuri es la versión femenina (literalmente “10.000 frotaciones”).
Después de algunas semanas de debate interno sobre mi futuro en el mundo humanitario, al ver este programa resurgió de las cenizas uno de los motivos por los que acabé siendo cooperante: la curiosidad.
1 comment:
Sigue escribiendo en tu-nuestro blog desde Kenya. Hay muchas cosas de las que puedes escribir que no estén relacionadas con MSF.
Besos.
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